Dicen los cronistas más veteranos que este brasileño de origen humilde recordaba a otra leyenda blanca, el fallecido Ferenc “Pancho” Puskás. La zurda letal del húngaro es irrepetible, pero la potencia de la pierna izquierda de este pequeño lateral recordaba la de aquel jugador que consiguió 4 goles de un total de 7 (los otros tres fueron obra de Alfredo di Stéfano) ante el Eintracht de Frankfurt el 18 de mayo de 1960 en la calificada como mejor final de Copa de Europa de todos los tiempos.
Seguro que Brasil ha dado muchos buenos laterales, pero a mis 26 años no he visto ninguno como él salvo, por la otra banda, Cafú. Ninguno de los supuestos sucesores como Cicinho, Marcelo, Dani Alves o Maicon han llegado al nivel que ofreció el madridista en sus mejores años con el equipo de la capital de España.
Sus primeros pasos
Roberto Carlos da Silva nació el 10 de abril de 1973 en Garça (Sao Paulo). De padre atleta y también futbolista empezó a trabajar en la factoría Torsao Cordeiro a la tierna edad de 12 años pero él tenía claro que quería seguir los pasos de su padre y al terminar su jornada laboral practicaba con el balón en su barrio. Con 13 años llegó al União São João (Unión San Juan) donde empezó a desarrollar su carrera siendo solo un niño. A los 17 debutó en el primer equipo y firmó su primer contrato profesional. No tardaron en fijarse en él los grandes del Brasileirão y el Palmeiras lo fichó con 20 años proclamándose campeón de liga en sus dos temporadas como verdão (93/94 y 94/95) formando una pareja letal con otro conocido de la Liga Española, Rivaldo.
Después de 6 temporadas en la élite del futbol brasileño, Roberto Carlos dio el salto a Europa fichando por el Inter de Milán, que se desprendió de él tras una temporada en la que el cuadriculado entrenador inglés Roy Hodgson no consiguió ver su potencial.
Sus mejores años
Por aquella época en el Real Madrid, Lorenzo Sanz acababa de ganar las elecciones terminando con 10 años de presidencia de Ramón Mendoza. En la renovación del equipo prometida por el presidente entrante había nombres como los de Pedja Mijatovic, Davor Suker, Clarence Seedorf y un lateral paulista apenas conocido para el público español fichado por tan sólo 600 millones de las antiguas pesetas.
Durante los 11 años que permaneció en el equipo blanco, “Cañoncito” Roberto Carlos fue absoluto amo y señor del lateral zurdo del Bernabéu. Su rapidez, su potente disparo, su afán ofensivo, sus libres directos y tantas otras virtudes no tardaron en calar en el público del coliseo madridista convirtiéndose en uno de los jugadores más queridos por los aficionados merengues.
Con el 3 que le ha acompañado toda su carrera a la espalda, Roberto Carlos consiguió como madridista 4 Ligas, 3 Supercopas de España, 3 Champions League, 2 Copas Intercontinentales y 1 Supercopa de Europa (el único título que le falta es la Copa del Rey) jugando 349 partidos y marcando 42 goles, una cifra nada desdeñable para un defensa.
Decadencia
Influenciado primero por la conocida como “Quinta del Ferrari”, salpicado por polémicas relaciones tras su carísimo divorcio (estuvo casado durante 12 años) y en sus últimos años dejándose embaucar por la noche madrileña más de la cuenta con el conocido como “Clan de los Brasileños” con Ronaldo y Robinho, Roberto Carlos fue perdiendo crédito ante afición y directivos dejando el club en el verano de 2007 por la puerta de atrás después de 11 años de exitosa trayectoria.
Tras su polémica salida del Real Madrid, Roberto Carlos recaló en el Fenerbahçe turco donde militó dos temporadas (2007/2008 y 2008/2009) sin pena ni gloria. En el verano de 2009 decidió volver a su país para terminar su carrera profesional reuniéndose de nuevo con su gran amigo Ronaldo en el Corinthians, donde aun hoy es el lateral zurdo titular.
A pesar de estos últimos y díscolos años, el Bernabéu siempre recordará a un jugador que siempre defendió la camiseta del Real Madrid con orgullo, que dio grandes éxitos al club de Chamartín, grandes goles, grandes asistencias (como el globo que le tiró a Zidane para que el mago francés consiguiera el gol de la Novena) y cuya sonrisa perpetua siempre permanecerá en el recuerdo de unos aficionados del Real Madrid que aun le añoran.
Menudos golazos que metía Robertito. El top 1 del vídeo, la "bomba teledirigida" ante Francia, es posiblemente el mejor gol que he visto en mi vida. Un ejemplo de fuerza y colocación, con el balón parado además.
Lo de Roberto no tuvo nombre durante muchos años. Desde luego que no se ha visto nada igual. En sus años buenos era como tener a tres tíos en uno en el campo: lateral, interior y extremo, toda la banda para él.
Quizá algunos errores de sus últimos años(como la cagada de Munich o sus juergas) lastraron esa última época pero desde luego que estoy convencido que será siempre recordado como el mejor lateral izquierdo que ha jugado en el R.Madrid.
Hola Rodrigo, gracias por tu comentario. Tu sitio también tiene muy buena pinta. Me lo guardo y también te sigo en twitter (el mío es @Hectorubio). Un placer conocer a alguien que domine tan bien el fútbol argentino.
De acuerdo 100% contigo Borja.